¿Existe
libertad en las relaciones humanas? ¿Por qué para algunos la libertad es una
meta ansiada y para otros una amenaza? Freud se pregunta “¿No existirá tal vez, junto a un deseo innato de libertad, un anhelo
instintivo de sumisión?”
La
temática trabajada en el presente escrito se aborda a partir de los estudios de
Sigmund Freud. Por lo que es necesario entender la concepción del hombre según
él. Para Freud el hombre es un ser psico-bio-social, psicológico porque es
necesario para su desarrollo además que cuenta con prohibiciones y reglas que
modifican su conducta; biológico porque debe contener impulsos obscenos o
sexuales para mantener un régimen social; Y social ya que el hombre por
naturaleza es un ser sociable que siempre va a necesitar de la existencia de
los demás, además, de pertenecer a una sociedad que lo obliga a controlar
ciertos instintos para la construcción de la personalidad.
Para
hallar respuesta a los cuestionamientos planteados se debe comenzar por los
inicios del concepto de individuación.
En la sociedad medieval ni siquiera se podía nombrar el concepto de
individuación, el hombre desde que nacía pertenecía a un grupo social que le
otorgaba el sentimiento de seguridad y pertenencia, pero también lo mantenía encadenado
a dicha comunidad. No obstante, la sociedad medieval se empezó a debilitar ya
que comenzaron a surgir diferentes clases adineradas y se comenzó a evidenciar
una competencia e individualismo.
En
Italia fue donde por primera vez el individuo rompe esas cadenas que le
otorgaban seguridad y pertenencia durante la época del renacimiento. En este
punto la economía juega un papel importante en los inicios de la individuación,
ya que la ambición y el poder fue lo que impulso al hombre a buscar sus propios
medios y obtener un beneficio propio. La actividad económica les proporciona un
sentimiento de libertad e individualidad, pero al mismo tiempo pierden ese
sentimiento de pertenencia y seguridad que les ofrecía la sociedad medieval.
Los hombres eran más libres, pero también más solos y en ese momento empezaron
a emplear su poder y sus intereses para saciar esa soledad por medio de la
tortura física e incluso la manipulación psicológica. Teniendo esto en cuenta
podemos dudar acerca de la felicidad y seguridad de la que tanto hablaban los
señores del capitalismo renacentista, ya que esta libertad además de traerles
sentimiento de fuerza también les trajo aislamiento, duda y angustia.
A
medida que el hombre crece, su individuación cambia; en sus primeros años posee
la seguridad y el sentimiento de pertenencia que le ofrece el lazo con su
madre, al pasar los años su lazo materno comienza a perderse y debe empezar a
orientarse y arraigarse al mundo buscando por si mismo un sentimiento de
seguridad y pertenencia, descubriendo que la libertad le traerá soledad y por
lo tanto no le ofrecerá aquellos sentimientos que tanto busca.
El
mayor temor del hombre es el aislamiento porque en cualquier cultura el hombre
va a necesitar de los demás para sobrevivir. Freud relaciona las relaciones
humanas como un mercado, ya que es un intercambio de satisfacciones biológicas,
es decir, un medio para un fin, de este modo podemos deducir que el individuo
ve a los demás como un objeto para conseguir su beneficio y en caso de
aislamiento, no tendrá aquel intercambio. Por lo tanto, el hombre debe enfrentar
al mundo solo, con todos sus peligrosos aspectos y es de esto de lo que todos
intentan huir incluso a cambio de perderse a ellos mismo.
La
psique del hombre crea mecanismos de evasión que permiten analizar y comprender
las formas en que se dan las relaciones humanas. En primer lugar esta el
mecanismo autoritario, que se puede definir como la tendencia a abandonar la
independencia a fin de fundirse en algo o alguien para adquirir una fuerza
individual. Este mecanismo tiene impulsos sádicos y masoquistas, tales como,
sentimientos de inferioridad o insignificancia individual. En este caso las
personas suelen disminuirse, hacerse débiles y rehusarse a dominar cosas,
además, se castigan constantemente.
Por
otro lado, el sádico somete a otros y los manda de manera autoritaria. Un
ejemplo claro es la relación de pareja donde el sujeto dominante le dice a su
pareja “Hice tanto por ti, que ahora tengo el derecho de exigirte todo lo que
quiero” o “Yo te mando porque sé que es lo que más te conviene, y en tu propio interés
deberías obedecerme sin ofrecer resistencias”. Tenemos claro que el dominado
necesita de otro en todo momento para sentirse parte de algo, pero ¿y el
dominante? ¿También necesitara a alguien? El sádico necesita a la persona sobre
la cual domina y la requiere indispensablemente, puesto que sus sentimientos de
fuerza se arraigan al hecho de que domina a alguien y así ambos buscan evadir
su sentimiento de soledad.
Para
dar por finalizado el primer mecanismo, se debe tener en cuenta el círculo que
se repite una y otra vez en una relación de este estilo. La posición dominante
siempre le dirá al otro que es libre de irse, que incluso se alegraría de ello,
pero el dominado generalmente se sentirá tan deprimido que no intentara irse,
pero si por el contrario decide reunir valor e irse el sádico se desesperara y
se humillara para no perderlo, le repetirá una y otra vez que no puede vivir
sin él, pero en la mayoría de sus casos se inclinara a creerle y modificar su
decisión, y de nuevo comenzara el mismo ciclo.
En segundo lugar está el mecanismo de la
destructividad, que se genera con la imposibilidad de contener el sentimiento
de aislamiento e impotencia, en esta última se hace referencia a la impotencia
que puede sentir el sujeto al compararse con el exterior; en el sadismo pudimos
evidenciar que la persona domina a los demás y en el impulso destructivo se
busca anular toda amenaza exterior, pero, si por algún motivo no cuenta con un
objeto con el cual cumplir su objetivo, se destruirá a si mismo ocasionando
daños físicos e incluso un intento de suicidio. En pocas palabras, este
mecanismo busca anular aquellos objetos o individuos con los que el individuo
debe compararse.
Por último se encuentra el mecanismo de la
conformidad automática, el cual es la solución más adoptada para la sociedad
moderna, en la cual el individuo deja de ser el mismo y se convierte en lo que
las pautas culturales y morales exigen de él, es decir, se convierte en lo que
la sociedad espera de él. La persona se despoja del yo individual para
transformarse en un autómata y por lo tanto pierde su identidad. El individuo
que tome este mecanismo vivirá junto a un sentimiento de angustia y una
necesidad de aprobación la cual ya es habitual en el hombre moderno. En este
mecanismo puede evidenciarse como el individuo se somete a aquellas normas
sociales capaces de ofrecerle seguridad.
Actualmente,
tenemos algo en común con la sociedad medieval y es la falta de individuación,
para entenderlo, demos un vistazo a las relaciones personales, donde los
individuos se encuentran perdidos y carecen de significado y sentido en su
vida, a partir de estos sentimientos llevan al individuo a abandonar su
libertad para refugiarse en la sumisión o en cualquier relación que prometa
brindarle pertenencia aun cuando el individuo quede privado de su libertad y su
pensamiento. En muchas relaciones es clara la imagen del dominado y el
dominante, lo que provoca que ambos se condicionen mutuamente. En la
actualidad, las relaciones están vistas como una entrega hacia esa persona que
“amo” ¿Qué es realmente el amor? ¿Tomar las decisiones por el otro o dejar que
el otro las tome por mí, es un acto amor?
En
cualquier tipo de relación humana, ya sea biológica o emocional, se podrá ver
siempre algún tipo de dominación. Por ejemplo, en la relación de padres e hijos
se puede ver dominación por parte de los padres, y por lo tanto sumisión por
parte de los hijos. La razón de esto es que el mayor temor del hombre es el
aislamiento y para evitarlo debe someterse a cualquier cosa que le ofrezca
seguridad y pertenencia. Siempre, en cualquier tipo de relación, se busca un
intercambio de necesidades humanas, y ese intercambio implica cosificar al
sujeto, ya sea a sí mismo o al otro.
De
acuerdo a lo anterior los “actos de amor” terminan siendo manifestaciones de
los mecanismos de evasión explicados en el transcurso del presente escrito y se
puede ver claramente en las ocasiones que el marido le dice a su mujer que
quiere ayudarla y que la decisión que él tome es lo más correcto para ella,
pero, a la larga siempre la está criticando y minimizando de igual forma cuando
la mujer se propone una meta personal y el buscara la manera de detenerla ya
que siente miedo de que se aleje de él y por lo tanto le parece mejor estar a
su lado y tomar sus decisiones. Sin embargo, la mujer sumisa lo justifica y le
permite todo este tipo de cosas, por ejemplo, si el llegase pasado de tragos seguramente
diría “necesita relajarse con sus amigos de vez en cuando” o si el la controla
y la cela entonces es porque “así demuestra cuanto me quiere”.